Muchas veces hemos pensado en que esta no es nuestra primer vida, ese extraño sentimiento de que ya no conocemos a una persona...Pues este libro relata sobre la experiencia de un mujer cuyas fobias no superaba a pesar de tantas terapias con su psicóloga, llega el momento en que se da cuenta que sus fobias no venían de esta vida y que estaba todo en su alma.
El doctor Brian Weiss -psiquiatra del hospital Mount Sinai de Miami, EE.UU.- relata en este libro su experiencia con Catherine, una paciente a quien trató bajo hipnosis, luego de intentar sin éxito durante un año la terapia convencional. En estado de trance profundo -solo un 15% de los hipnotizados logran llegar a este- Catherine recordó sus vidas anteriores y revivió sus traumas que eran la clave de sus constantes pesadillas y su ansiedad, comenzando cuando se llamaba Aronda, en Egipto, 18 siglos antes de Cristo. El escepticismo del doctor comenzó a diluirse cuando Catherine empezó a dar muestras de la existencia de "espacios entre una vida y otra," con sorprendentes acerca de la familia del Dr. Weiss y de su hijo fallecido. Al utilizar una terapia de "vidas pasadas" el Dr. Brian pudo curar a esta paciente y abocarse a una nueva y más significativa fase de su carrera.
Cuentos que ayudan a reflexionar, ofreciendo un aprendizaje de vida. Historias breves que permiten adentrarse en el propio conocimiento de nuestro mundo interior.
Un camino embarrado
Tanzan Y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una fuerte lluvia. Al llegar a un recondo, se encontraron a una joven encantadora con kimono y faja de seda, que no podía atravesar el cruce.
“Vamos, muchacha”, dijo Tanzan enseguida, y alzándola en brazos la pasó.
Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a alojarse en un templo. Entonces no pudo contenerse más. “Nosotros los monjes, no debemos acercarnos a las mujeres”, le dijo a Tanzan, “especialmente a las jóvenes y bonitas. Es peligroso. ¿Por que hizo usted eso?”.
“Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la está cargando?”.
Muchas veces resulta difícil distinguir entre un problema real y uno mental. El problema real es aquel que a ojos de mil personas, todos ellos coincidirían que efectivamente nos encontramos ante un problema, como es el caso de una enfermedad terminal. En el otro caso probablemente, muchas de esa mil personas no lo considerarían como tal, pero a ojos de uno, puede llegar a ser un infierno difícil de superar.
Aprende a diferenciar lo que tus ojos ven, de lo que tu mente quiera que veas y recuerda. No permitas que un dolor, no te deje ver las alegrías que, día a día, la vida te vuelve a regalar.
Vivir el presente
“Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.”
El paquete de galletas. Había una vez una señora que debía viajar en tren. Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera. Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: “No podrá ser tan caradura” mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco. -¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta. -De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!” De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto. Reflexión:Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos arbitrariamente a las personas y las situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad.Por lo general nos inquietamos por eventos que no son reales y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca van a ocurrir.Dice un viejo proverbio: “Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera”. _________________________________________________________________________________________________ La casa imperfecta Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera. El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera. Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. “Esta es tu casa, querido amigo —dijo-. Es un regalo para ti”. Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido! Reflexión:A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Sí lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.Sería interesante conseguir actuar como si estuviésemos “construyendo nuestra casa”.La vida es como un proyecto de “hágalo-usted-mismo”. Tu vida, ahora, es el resultado de tus actitudes y elecciones del pasado. ¡Tu vida de mañana será el resultado de tus actitudes y elecciones de hoy!
El estrés y el estilo de vida constantemente agitado puede significar una sobrecarga para nuestra mente. Nuestro estado mental influye ampliamente en nuestra salud, por eso la importancia de practicar hábitos para relajar la mente. Cuando estés abrumado de actividades y preocupaciones y no puedas tomar el tiempo libre o las vacaciones que desearías para descansar, unas vacaciones mentales es todo lo que necesitarás. EnVivirSalud te damos estos consejos para relajar la mente.
Cómo tomar unas vacaciones mentales
No es necesario invertir en un día entero de relax, en unas vacaciones en la playa o un masaje costoso. Para relajar la mente y darle unas vacaciones, realizar estas actividades unos minutos te darán un merecido descanso mental.
Practica técnicas relajantes
La meditación, el yoga y la visualización son algunas técnicas derelax al alcance de todos y que realmente te permitirán descansar la mente de sus preocupaciones y te ayudará a lidiar mejor con los desafíos cotidianos. Visualizar escenas placenteras es un mecanismo que tiene efectos reductores del estrés. También puedes utilizar cedés de música o sonidos relajantes –el sonido del mar, de la lluvia o de un arroyo– que te ayudarán a descomprimir tu mente.
Mirar fotografías y videos
Tanto en casa como en el trabajo: servirte una bebida refrescante y tomarte un recreo de 5 minutos para mirar imágenes y videos de momentos felices: tus últimas vacaciones en familia, un cumpleaños con amigos, etc. Te relajará automáticamente y te encontrarás sonriendo al recordar buenos momentos. Esta sencilla pausa tan al alcance cotidiano tiene el impacto de relajarnos mentalmente por un ratito.
Leer
La lectura placentera, sea una novela, un libro de cuentos o de tus hobbies favoritos, es una actividad que nos relaja y descansa, y nos permite por un rato irnos de nuestra mente a otro lado, sin movernos de donde estamos. Leer en la cama es particularmente relajante: inténtalo cada noche antes de descansar.
Caminar
Dar una caminata es una técnica para descomprimir la mente que nunca falla. Estés donde estés y sea cual sea la circunstancia estresante –incluso en medio de un día laboral– escaparte unos minutos a dar una caminata corta te proveerá de aire y distracción. Si incluso pudieras acercarte a algún lugar tranquilo como el banco de un parque soleado, esos minutos de descanso le harán un gran favor a tu mente.
Simplemente mirar
Aunque estés en el trabajo en medio de un día lleno de demandas, puedes tomarte unos minutos para mirar por la ventana y focalizar conscientemente en otras cosas: las nubes, las aves, el color del cielo, la gente que pasa. La idea es permitir que tu mente se retire momentáneamente de las preocupaciones inmediatas y poder apreciar con una actitud más relajada y de descanso las cosas a tu alrededor: tu mente se relajará instantáneamente.
Permítete alguna de estas actividades de descanso mental al menos 5 a 10 o 20 minutos todos los días y deja que tu cuerpo y mente se relajen y distiendan. El pequeño lujo cotidiano de la relajaciónmedianteunas pequeñas vacaciones mentales son importantes para tu salud y tu bienestar.
Ventajas y problemas de escribir escuchando música
Decía Cortázar que leer y escuchar música al mismo tiempo supone una falta de respeto tanto al escritor como al músico. Cortázar exigía una recepción activa por parte del público, es decir, le pedía al lector que se relacionase con la lectura (o con el arte en general) al mismo nivel al que se relacionaba él.
No solamente eso, desde el punto de vista del lector, los segundos en silencio en los que levantas la cabeza del libro y las ideas o impresiones leídas aprovechan para introducirse en nuestro interior y chocan con la materia de la que estamos hechos, ya no es un silencio. De repente, otras ideas, otras impresiones y otras emociones quieren entrar dentro al mismo tiempo, la música que te acompaña la lectura.
Pero no es solamente esa perdida sagrada del silencio, sino que la literatura, igual que la música, se compone de ritmo y armonía (por no entrar en los desarrollos emocionales y la tensión y el contraste) que de repente entran en colapso al enfrentarlas con otros ritmos y armonías más intensos, disonantes, que producen una macedonia emocional que a menudo resta más que suma. Un cacao, vamos.
En el proceso de escritura se describen imágenes incompletas que surgen en alguna parte, no sé sabe muy bien dónde, y un determinado clima, como escenas de una película, y entonces puede que la música si ayude a descubrirlo, a descifrar qué ocurre con esas imágenes. Pero también puede cambiar el sentido de lo que perseguimos y cerrar o abrir puertas en direcciones opuestas.
Por lo que hay otro problema, aunque parezca tonto, es que que la música, los discos, se componen de canciones que no suelen durar más de nueve minutos como mucho, y al escribir, cuando se consigue entrar y mantener determinado estado emocional, los cambios de canciones y estilos, pueden ser totalmente contraproducentes.
Lo único importante aquí es saber que cuando escuchas música estás influido al cien por cien por lo que escuchas y eso, para un escritor puede ser bueno y malo al mismo tiempo.
Personalmente yo no puedo ni leer ni escribir con música. En ciertos momentos de la escritura, al comienzo, cuando solamente expongo ideas que luego daré forma material, puedo escuchar solamente, (y de echo lo hago) uno de estilos me música que más loco me ha vuelto en los últimos años: la ambient music, un estilo cuyas armonías y estructuras son tan abiertas y amplias que a veces parece que no existan.
Historia de la ambient music (lo digo en femenino porque me gusta más).
Dicen los libros de historia que un taxista atropelló a Brian Eno y tuvo que pasar mucho tiempo en cama sin poder moverse. Un buen amigo fue a visitarle y le regaló un vinilo de un concierto para arpa. Cuando se marchaba Brian le pidió antes de irse lo lo pusiera en el tocadiscos y desde la cama, ya solo, se dio cuenta de que había un problema con el sonido: de uno de los canales del stereo sonaba unruido blanco constante y del otro apenas nada, solo la melodía principal del arpa, a muy poco volumen, que según las dinámicas del intérprete superaba o se escondía detrás del ruido blanco.
Inmóvil y medio dormidola música entraba sutilmente en sus pensamientos, sin interrumpirlos.Aparecía y desaparecía en su interior. Brian se dio cuenta de que estaba disfrutando esa nueva forma de sentir y relacionarse con la música. Así nació Music for airports, quizás la última gran revolución musical, por lo que supone de cambio de concepto, después del dance.
La música occidental, es ruidosa, estridente y como la publicidad, es maleducada y chillona y quiere que le prestemos toda la atención posible todo el tiempo. Está hecho para eso mismo: para la catarsis. Desde Mozart hasta el pop, pasando por Parker o Miles Davis, la música occidental trata sobre un individuo que quiere que le presten atención y quiere que te olvides de todo excepto de lo que quiere decirte. Así que no hay que extrañarse si ese tipo de música interrumpe tu lectura.
El ambient music no es música de relajación como alguna gente piensa, tiene un discurso y unos modos propios. No es egocéntrica ni exige tu atención constante. Solo quiere estar ahí cuando la necesites y formar parte de tu vida durante un tiempo sin resultar una molestia.
Para mí supone una ayuda para conseguir la tensión que quiero al escribir, o al menos al empezar a describir la imágenes que necesito comprender. Si he de ser sincero, casi todo lo que he escrito tiene esta banda sonora:
En mi entrada de “Música popular y la lectura” hubo un comentario muy interesante de José Manuel Valle que invitaba a la reflexión:
Yo tengo una pregunta para ti, Tessy.
¿Qué hay de escribir con música? Yo hace un tiempo escribía siempre con listas de Spotify apropiadas para la escritura (música melódica, suave, tranquila…), y la verdad es que funcionan porque lo que más me molesta es el ruido (ya sea de la televisión, del tráfico, de voces en casa…), pero de un tiempo a esta parte he estado pensando en que quizás ese tipo de música condiciona mucho de lo que se escribe. Es como cuando vas corriendo con el mp3 y si suena una canción con mucho ritmo, te sientes más motivado a correr rápido que si suena una más lenta.
Entonces mi pregunta es doble; ¿es mejor escribir en silencio o de lo contrario es mejor con la compañía de la música? Y si es así, ¿condiciona el tipo de música lo que saldrá de nuestras cabezas?
Muy interesante reflexión. En mi caso, no suelo escribir con música porque normalmente la música no forma parte de mi multitarea (por ejemplo, no estudio con música), pero debo confesar que las veces que lo he intentado las musas se han portado muy bien. Normalmente me pongo una canción en bucle, una canción que transmita lo que yo quiero plasmar en el papel porque, efectivamente sí creo que influye en nuestra escritura. Si escuchamos una canción triste, estaremos predispuestos a escribir algo más triste. Se puede jugar con ello: poner canciones al azar y dejar que ellas nos vayan hilando la historia. O, por el contrario, saber muy bien cuál es la meta y elegir la canción idónea para ello, que nos ayude a introducirnos en el ambiente que queremos crear.
Intentando indagar más sobre este tema, me he encontrado con este artículo de J. Vidal Valicourt, que, si bien no resuelve nuestra cuestión, sí que hace una oda a la música que he encontrado interesante.
Y vosotros, ¿creéis que la música es importante para un escritor?
Comprender lo que leemos nos va a ahorrar muchísimo tiempo a la hora de estudiar y nos será más sencillo retener lo que hemos leído. Con unos sencillos ejercicios y un poco de constancia, nuestra comprensión lectora mejorará rápidamente.
Para que podamos graduarnos es imprescindible que tengamos una buena comprensión lectora, y según el informe PISA para adultos, estamos los penúltimos entre 23 países. Evidentemente algo está fallando estrepitosamente si nuestro país no entiende lo que lee, pero como no podemos permitirnos esperar a que alguien nos enseñe, será mejor que nos pongamos a ello nosotros mismos.
1- Sin misterios
Para esto no hay atajos mágicos: aprendemos a conducir conduciendo, y a leer se aprende leyendo. Cuanto más leamos mejor comprenderemos la estructura del lenguaje escrito y más disfrutaremos, porque eso de “a mí no me gusta leer” es completamente falso. Decir que no nos gusta leer es como decir que no nos gusta comer o que no nos gustan las películas. Habrá platos que nos gusten y otros que nos hagan vomitar, habrá películas que nos emocionen, otras que nos diviertan y otras que nos aburran soberanamente. Con los libros pasa igual, algunos pasan sin pena ni gloria y otros nos hacen vivir las aventuras más trepidantes de nuestras vidas, los amores más apasionados o los viajes más hermosos; y sí, también los hay insufribles. Si pensamos que no nos gusta leer, es solo porque aún no hemos encontrado el libro adecuado.
2- Elige bien y acertarás
Lo importante es cogerle el gusto a la lectura, y para eso es esencial hacer una buena elección de los textos con los que vayamos a trabajar. En primer lugar nos tienen que interesar o entretener y en segundo lugar deben adaptarse a nuestro nivel de lectura. Si no tenemos hábito, mejor no empezar con el Ulises de Joyce. Lo más apropiado será iniciarse con lecturas sencillas: libros de relatos o de aventuras. Algo entretenido y no muy extenso. Segurísimo que en breve vamos encontrando cada vez más novelas que nos gusten y acabaremos haciendo nuestra propia biblioteca en papel o digital.
3- Mantén el diccionario cerca
Se trata de ampliar nuestra comprensión lectora, y una parte muy importante es tener un buen vocabulario. Cuando leamos alguna palabra que no entendamos, busquémosla inmediatamente en el diccionario antes de que se nos olvide y anotemos el significado. Después, busquemos una situación de la vida real en la que podamos usar esa nueva palabra. Si la incluimos en nuestro lenguaje, la memorizaremos mucho mejor.
4- Lee un par de párrafos y resume
Hay que empezar poco a poco. Leemos unos párrafos y nos preguntamos qué hemos leído. Luego lo resumimos en un par de líneas. Esto deberíamos hacerlo solo una vez al día porque si nos obligamos a resumir todo lo que leamos, se nos va a hacer tan aburrido que no vamos a querer coger un libro más en la vida.
5- Practica en voz alta cuidando la entonación y en silencio sin mover los labios
Una parte de lo que leamos debe ser en voz alta para practicar nuestra entonación y pronunciación. Tenemos que esforzarnos en vocalizar y en comprender lo que estamos diciendo. Cuando leamos en silencio hay que acostumbrarse a no señalar la línea por la que vamos y a no mover los labios.
6- Método Cloze
Se trata de un ejercicio simple pero muy útil para practicar la comprensión y vamos a encontrar todo lo que necesitamos en Internet. El método Cloze consiste en rellenar las palabras que faltan en un texto. Es poner en los huecos las palabras que creamos que deben ir para darle sentido al escrito, lo que nos obliga a entenderlo.
7- Traducción simultánea
Otro ejercicio que podemos hacer para comprender lo que leemos es escoger una frase y decirla de otra manera, es decir, utilizar sinónimos para que mantenga el mismo significado pero distinta forma.
8- Asocia palabras con imágenes
Esto es lo que todo lector hace y lo que nosotros debemos aprender a hacer, porque no solo disfrutaremos muchísimo imaginando lo que nos cuentan los libros, sino que también vamos a estudiar de forma mucho más eficaz. Tratemos de imaginar siempre aquello que leemos, porque si nuestro cerebro traduce en imágenes las palabras es porque estamos comprendiéndolas, y las imágenes son más fáciles de memorizar.
Todos estos truquillos que se practican en un santiamén van a sernos muy útiles y, con un poquito de constancia, vamos a mejorar nuestra comprensión lectora y a enfrentarnos a los textos universitarios como si fueran de primaria. ¡Para que vuelvan los del informe PISA!